Al principio creíamos que eran los dragones de las leyendas...nos equivocamos,vinieron a matar...a matarnos a todos.
Eran los demonios que venían del averno a exterminar nuestra raza.
Día tras día nos cazaron como animales,yo era sólo un niño cuando mataron a mis padres.
Cegado por un odio intenso decidí que ya no sería más una presa,juré que ya no temería más.Junto con otros huérfanos,sedientos de justicia como yo,buscamos los viejos libros de los ancianos.Sabíamos que en ellos se encontraban los olvidados cánticos para llamar a los terribles dioses.Los invocamos mediante los viejos rituales,una y otra vez hasta que nos oyeron.
Pedimos venganza,pedimos justicia,pedimos no temer más.Así,los antiguos dioses nos transformaron, nos crecieron alas y nos dieron armas.
Ya no eramos los asustados niños sin padres.Eramos el ejército de los dioses.
Desde entonces luchamos contra los demonios.
Sus huesos se van acumulando en el campo de batalla,confundidos con los huesos de nuestro pueblo,las sonrientes calaveras de todos los tamaños cubren los antiguos cultivos como un macabro tapiz.
Ya vamos quedando sólo unos pocos y no somos más un pueblo,sólo somos espectros vengativos esperando la última batalla.Hemos matado a muchos,pero siguen llegando.
Sabemos que nuestros días están contados,pero no nos iremos sin luchar,los dioses no nos mintieron,ya no tenemos miedo,pero tampoco esperanza,sabemos que no importa cuántos eliminemos,ellos seguirán viniendo en hordas interminables serán ellos o nosotros,como siempre.
No sé cuál será mi destino,o el de mis compañeros,por lo pronto,sólo tenemos nuestra macabra cosecha en los antiguos campos de cultivo...los que ahora son los campos de muerte.
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